La tarde del domingo 18 de octubre, nos reunimos por zoom las superioras y coordinadoras de pastoral de Latinoamérica con la Consejera de Apostolado, Rocío Pérez de Ayala, para hacernos conscientes de la importancia de un tema que a veces dejamos relegado a momentos muy puntuales en la práctica de nuestra Pastoral Juvenil: el acompañamiento espiritual, entendido como mediación fundamental en el camino de todo discípulo de Jesús, sea cual sea su estado de vida.
Comenzamos con una oración en la que miramos la forma de actuar del Acompañante con el que se encontraron los discípulos de Emaús, para continuar haciéndonos conscientes de que no todos entendemos lo mismo cuando se habla de este tema, ni todas las prácticas responden a lo que queremos fomentar desde este Plan “Y se puso a caminar con ellos”.
Hicimos un breve recorrido de los pasos dados desde el pasado abril hasta ahora con el objetivo de “Fomentar la cultura del acompañamiento espiritual entre los jóvenes y en la PJV de nuestro Instituto”. Sabíamos que, lo que se presentaba ahora, no era un documento a analizar, sino una inquietud a la que dar cauce, buscando medios que, sin que supongan muchas acciones añadidas, nos hagan aprovechar algunas oportunidades para tratar el tema abiertamente con más naturalidad. De esta forma podríamos acercarnos, desde las constataciones de las que partimos, a un horizonte que vislumbrábamos como deseable y necesario, recogido en el Plan en cinco ítems, y con el que estaríamos dando respuesta a una insistente llamada de la Iglesia.
“Necesitamos ejercitarnos en el arte de escuchar, que es más que oír… de ahí que haga falta «una pedagogía que lleve a las personas, paso a paso, a la plena asimilación del misterio». Para llegar a un punto de madurez, es decir, para que las personas sean capaces de decisiones verdaderamente libres y responsables, es preciso dar tiempo, con una inmensa paciencia”
(EG 171).