Con estas palabras me dispongo a rendir un Homenaje a las heroínas del Rey, las monjas de Cristo Rey que con magnanimidad y perseverancia vienen desplegando su acción apostólica desde hace décadas en Villa Constitución, Argentina. Cabe aclarar, un homenaje en plural pero dedicado a alguien en especial.
Desde el vientre materno (Libro de los Salmos) hasta el día de hoy, ya pasaron más de 50 años, mi biografía personal estuvo entrelazada con las religiosas. Desde el desempeño profesional de mi madre como docente en el colegio Cristo Rey, mi escolaridad, la historia de mi Fe, mi formación humana, la amistad personal y social y mi definitiva vocación al Matrimonio y la Familia.
Mi corazón, Cristo reina en nuestros corazones, recuerda rostros y personalidades, evoca tiempos y lugares. La ternura de Madre Teresa y la alegría de Francisca en los antiguos saloncitos del Jardín de Infantes, la fervorosa felicidad de Dolores, la santa simplicidad de Felisa y sus súper sándwich de mortadela, el venerable andar de la venerable Monserrat, la chispa piscueta de Goretti, rayo veloz en su bicicleta. Purificación, Fátima de nobles ideales, y otras hermanas que se iban sumando, en el pasar de los años, Mirian, Nélida, la cómplice Mariana y Rosa María, mi casamentera, y sin duda me olvidare de algunas, sus nombres y circunstancias, pero acurrucadas en el corazón. Una oración especial para Amanda quien me abriera los brazos de par en par en Perú, cuando mi historia también se escribiera en ese país.
Cada virtud humana resplandece en el armónico concierto de la vibración de las notas de cada una de ellas en particular, gestando un ser y hacer personal de más excelencia y calidad, una sinfonía virtuosa. Por ello nombraba a tantas monjitas, porque cada una con su propia música iban forjando una sintonía especial, cada una de ellas y entre todas “forjaban gérmenes de humanidad” (San Juan Pablo II). Valores de la misión que traían en sus sueños propios y legados por José Grass, Fe, Evangelio, Educación, Servicio al Prójimo y todo, para regalarnos a tantas generaciones de villenses.
Más arriba escribía: un homenaje en plural pero dedicado en singular, a alguien en especial. En ese lapso de tiempo hubo y GRACIAS A DIOS, con nosotros esta, una Hija de Cristo Rey, modelo de Evangelio viviente, protagonista y testigo de la misión de Cristo y de la Congregación en estas tierras americanas, desde cuando dejara su Santander natal en su cálida España, al subirse a la barca de la Iglesia y anclar en nuestra tierra, su tierra, en el sur de Santa Fe.
Diminuta y morena, de una sonrisa apacible, educadora tenaz, trabajadora inagotable, anunciadora de la Palabra, testimonio permanente, mujer, como la que sostuvo la Cruz, se instaló en las tierras nuevas, en las que seguro confiaba, con FE, manarían leche y miel.
Y sin ningún lugar a dudas, echo sus raíces y con inigualable valentía y abnegado espíritu, forjo su proyecto de vida, el suyo, el comunitario y el mío. Empujo, construyo, creyó, camino, educo, promotora del bien, del trabajo, y más, y no se doblego. En su coherencia vital es apreciable la importancia, la misma, que puede tener la dedicación al breviario, como el cuidado de una planta, como el dialogo con una persona o su rigor académico. En todos hay destellos de Dios.
Recuerdos de esta hoy nonagenaria servidora, muchos: viajes, palabras, consejos, Legión de María, aprendizajes, laboriosidad, sana disciplina, la formación en la Fe y los Sacramentos, civismo, silencios, cercanía y entrañable su entrega en enseñarnos la Oración de Charles de Foucauld “Padre…” y tantas otras cosas.
Que es lo que destaca en el héroe, y en este caso en las heroínas del monte, (así llamábamos al cole antes) y de ahí el título de este comentario, sus virtudes y en especial la fina habilidad de trasladar a tantos otros la libre inquietud de ponerlas en práctica también, con sus luces y sombras, las virtudes.
Y en esta religiosa, la prefiguración de la VIRTUD.
Me llamo Cristian Monti, soy un “hijo de Cristo Rey” de Villa Constitución, Argentina y quiero responderle al salmista: Quien entrara a ver el rostro del Señor? Ciertamente aquel que tenga las manos limpias y puro el corazón, ciertamente la Madre María Rosa entrará a ver el Rostro del Señor.
Cristo Reina.
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