Entre los días 17 y 18 de diciembre el lema «Sin ti, no somos» ha congregado en Granada a un total de cuarenta asambleístas representando a todas las realidades del MAR en España. El proceso asambleario comenzó el pasado 22 de noviembre. Desde entonces, cada ámbito local ha ido haciendo un trabajo de reflexión y discernimiento centrado en el pasaje de la Carta a los cristianos de Corinto: «El cuerpo no lo forma un solo miembro, sino muchos».
El texto paulino ha sido también el eje vertebrador del Órgano colegiado de Gobierno reunido el fin de semana. Tras las palabras de Rocío Pérez de Ayala, Asesora General, comenzamos la Asamblea a través de los ojos, mirando hacia dentro e interiorizando las palabras de José Gras «dad, Señor, serenidad inalterable a mi mirada». A continuación fue el momento de los pies y la nariz. Los primeros sirvieron para sentirnos Iglesia, caminantes junto a millones de personas que nos han precedido tras las huellas del Rey a lo largo de los siglos. A través de la Christifidelis laici
redescubrimos nuestro ser laicos para, después, «meter la nariz» en nuestro Movimiento. La mañana del sábado finalizó con los brazos. En un ambiente fraterno, el Movimiento se dejó abrazar por el Instituto, y después el Movimiento abrazó al Instituto que nos dio la vida.
Tras el almuerzo, la boca sirvió para «revisar el funcionamiento del Movimiento a nivel Nacional» como marcan nuestros Estatutos. A continuación, la Asamblea tuvo el porvenir del MAR en sus manos, que tras la invocación al Espíritu, procedió a la elección del Consejo Nacional para el Trienio 2022 – 2025. Inmediatamente después, la Asamblea acudió a la cripta del Venerable José Gras para presentarle a María Inmaculada el Consejo electo: Beatriz Palomo (Delegada), Elsa Calvo (Vicedelegada), Lucía Cano (Secretaria) Pablo S. Fernández (Tesorero). Allí, los cuatro laicos electos, junto a Rocío Pérez de Ayala (Asesora), rezaron el magnificat.
La mañana del domingo estuvo marcada por las orejas, pues a través de los círculos de escucha la Asamblea procedió a «marcar opciones y prioridades» para los próximos años. La última parte del cuerpo, el corazón, estuvo presidida por María que «guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón». La II Asamblea Nacional finalizó con la eucaristía compartida junto a las Hijas de Cristo Rey en el mismo lugar donde también un 18 de diciembre, pero de 1992, un grupo de jóvenes hizo su primer compromiso.
La II Asamblea Nacional ha sido un kairós, unas jornadas de gracia para animar e impulsar, desde criterios evangélicos, el funcionamiento, el sentido de pertenencia y la buena relación entre los miembros del Movimiento de toda España.